Todo comenzó en la mañana del pasado sábado 25 de noviembre, a falta de un mes para Navidad, en las postrimerías del año litúrgico, la imagen del Nazareno recibía a sus fieles en su capilla, como cada día, pero más cercano que de costumbre. Expuesto en un pequeño trono, esperaba a sus devotos sin el cristal que a diario lo protege, permitiendo que la íntima conversación entre Él y los fieles que cada día se acercan hasta su capilla fuera aún más directa. A sus pies, decenas de anónimos donantes depositaban sus dotes solidarias, aportando su granito de arena con el fin de ayudar a aquellas personas que más lo necesitan.
A la mañana siguiente, como decíamos al principio, noviembre se tornaba marzo cuando, desde muy temprano, el Casco Antiguo despertaba con un marcado ambiente cofrade y semanasantero. El barrio de la Asunción amanecía engalanado por centenares de carteles en busca del Nazareno. En cada esquina, en cada rincón, la genial iniciativa del joven artista local, Antonio José Villa Vázquez, pregonaba desde la media tarde del día anterior lo que este barrio viviría aquella mañana otoñal de domingo.
Tras la temprana misa, cuando el reloj del campanario marcaba las once, las puertas de la Basílica se abrían una vez más para descubrir a un Nazareno que caminaba ya hacia las calles de Cieza, copando todas las miradas de los asistentes con el magnetismo que la imagen de Pinazo tiene. El Nazareno volvía a asomarse a la plaza en un nuevo peregrinar; en esta ocasión con el fin de visitar a aquellas personas, vecinas del Barrio, que se encuentran pasando por una dura enfermedad o una mala situación.
A la Rogativa silenciosa del Nazareno, portado por innumerables devotos y amantes de nuestra Semana Santa, se unía la musical, aportada por la Agrupación Musical Medina Siyasa, su fiel acompañante desde hace ya una década en cada mañana de Viernes Santo, en su doloroso camino hacía el Gólgota; y que en aquella mañana volvía a acompañarlo, uniendo cada una de sus notas a esta cruzada para proteger a enfermos y necesitados.
Se vivió una mañana en la que el pueblo de Cieza respondió y acompañó de manera multitudinaria al Nazareno por todo el recorrido, mientras el paso caminaba y realizaba su reverencia al paso de cada uno de los enfermos que por su recorrido encontraba, arropándolo y uniendo sus ruegos y suplicas a las suyas aquella mañana.
A eso de la una del mediodía, como si de un nuevo Viernes Santo se tratara, todo volvía a terminar. Nuestro Padre Jesús Nazareno regresaba a casa, volvía a cruzar el umbral de la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción, dejando una mañana para el recuerdo, y dejando también momentos inolvidables marcados a fuego en las retinas de quienes acompañaron a Jesús Nazareno por su barrio, la última procesión de 2023.
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